No los adorarás, ni los servirás, porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen. Éxodo 20:5

Aquí vemos que no debemos de hacer ídolos. Esta iba a ser la prueba más grande de Israel – esta misma prueba. De hecho, se evaluaron los reyes de Israel basado en la fidelidad al único Dios verdadero. ¿Ustedes entienden por qué David, el rey, se conoció como un hombre acerca del corazón de Dios? Él pecó mucho, ¿verdad? Porque David nunca alabó a otro dios. Él siempre siguió fiel a un dios. Y cuando pecó, se arrepintió. Pero Él siempre alabó a Yahweh. Él siempre fue fiel a un solo Dios. 

Es importante preguntar ¿Qué es un ídolo? Tenemos que distinguir la idolatría obvia y la idolatría secreta, o la idolatría del alma. La idolatría obvia es lo que entendemos aquí primeramente. Es un canto de madera, con oro por encima, es alabar a esa madera. Esa es la idolatría obvia, pero la idolatría comienza en nuestro corazón. Eso es lo que llama el puritano David Clarkson la idolatría secreta o la idolatría del corazón o del alma. Así lo dice David Clarkson: cuando la mente y el corazón se dirigen a cualquier otra cosa o persona aparte de Dios; cuando cualquier cosa se valora más y se quiere más; cualquier objeto o persona en que se confía más, se ama más o cuando nuestros empeños son para algo o alguien que no es Dios. Esto es la idolatría del corazón, o del alma, o “idolatría secreta.” 

Entonces es que la adoración con toda alma que es debido sólo a Dios, se lo dan a otras cosas aparte de Él. Y esto es tan cierto como la idolatría abominable (la primera) la idolatría obvia, aunque no es tan abierta, discernible ni mucho observada. El pastor Tim Keller lo dice así: Un dios falso es todo lo que es tan importante y esencial para la vida que en caso de perderlo, tu vida sentiría que no vale la pena vivir. Sigue Tim Keller: si algo se vuelve más fundamental que Dios para su felicidad, su sentido de la vida y la identidad, entonces es un ídolo.

Un teólogo, Brian Ross lo dice así: Un Dios es lo que uno ama, en lo que uno confía y sirve sobre todo lo demás. 

¿Cómo se puede ver un ídolo en nuestra vida? ¿Cómo pueden ver cualquier cosa? Cualquier cosa puede convertirse en un ídolo. Y eso es importante para nosotros poder entender. Podemos confesar que alabamos a un solo Dios. “Yo no soy idolatra.” Pero cuando comenzamos a evaluar nuestros corazones y entender nuestros corazones, podemos ver que hay muchas cosas en nuestras vidas que se pueden convertir en ídolos. Así que tenemos que entender cómo podemos identificar nosotros a nuestros ídolos. ¿Cómo se puede identificar y exponer a los ídolos en nuestros corazones?

Yo creo que David Clarkson mismo en su enseñanza nos da unas preguntas. Les quiero dar unas preguntas para poder evaluar y exponer a sus ídolos. Esta es la primera pregunta ¿Qué es lo que ocupa tu mente? ¿Qué es lo que ocupa tu corazón más que Dios? ¿Qué es esa cosa que siempre estás pensando de esa cosa antes de Dios?

A lo mejor eres un joven. Estás preocupada o preocupado por buscar un esposo o una esposa, y eso es lo que estás buscando más de Dios. Es posible que estés buscando una carrera y para ti eso es más importante que Dios. No sé cómo son las cosas aquí. Esta es mi primera visita, pero en los Estados Unidos, yo sé que hay muchos que alaban a los deportes. Es posible que aquí el fútbol sea un dios. Obviamente hay muchos que buscan el dinero, que su mente siempre está en el dinero. Lo primero que hacen cuando se despiertan es que abren el periódico a ver cómo está la economía y abren su cuenta en la computadora a ver cuánto dinero tienen todavía. O ven diferentes cosas antes de abrir la palabra. Es posible que el entretenimiento sea nuestro Dios. Para algunos de nosotros la comida es nuestro Dios o la escuela.

Esta es otra pregunta que nos ayuda a evaluar y exponer: ¿dónde estás gastando tu dinero y dónde estás gastando tu tiempo? En dónde está tu corazón, pregunta a Jesús en Mateo 6:2. Fíjense, saquen la cuenta de su dinero. Hagan un presupuesto para ver a dónde va su dinero. Y Jesús dice Ahí está tu corazón. Así que tenemos que evaluar lo que ocupa nuestra mente.

¿Qué valora más que a Dios? Esta es otra pregunta: ¿qué valoras más que a Dios? Valoras lo que otros piensan de ti, más de lo que Dios piensa de ti. Clarkson de nuevo dice así: lo que más valoramos, hacemos nuestro Dios. Y si otras cosas son de mayor estima o de mayor valor, somos idólatras. 

Sabrás que tienes un ídolo que valoras más que a Dios cuando te pones furioso si lo pierdes. ¿Qué te hace perder el control de tus emociones? Yo cuando vine aquí paré en Panamá y ahí estamos en la línea Copa y anunciaron, “ahora vamos a abordar el avión”. Todas las personas que estaban sentadas allá se metieron en la fila y el joven dijo: “No, no, no, ahora vamos a abordar la línea Executive. Todos se pueden sentar” – y nadie se movió. Lo dijo de nuevo. “No, no, no.. Ahora vamos a abordar la fila Executive.” Pero todos estaban ahí. Todos querían entrar al avión primeramente pero el joven se mantuvo. Entonces empezó a abordar después de la línea Executive a las filas 33 hasta el 26 y dijo: “Todos los demás se pueden sentar” – y nadie se movió. Entonces, cuando venían otros que no estaban en la fila 33 a 26, él los sacó de la fila. Ahí yo me empecé a fijar que habían unas personas que se pusieron furiosos porque ellos querían entrar y no le importaba a ellos que no era el turno de ellos. Ellos querían entrar. Fíjense qué es lo que está pasando ahí. Un ejemplo, nada más. 

Eso es un ejemplo de que nosotros creemos que somos la persona más importante en el mundo y mi tiempo es el tiempo más importante de todos. A mí no me importa que tú estés en clase Executive o en la fila 33 o 27. ¡Yo soy Juan Sanchez! No me conoces? Yo tengo que ir primero. Ese pensamiento nos enseña que nuestros corazones están tan revueltos en pecado y en nosotros mismos que nosotros nos ponemos ahí. ¿Y qué es lo que hacemos? Nosotros mismos somos nuestros ídolos. Y todos nos tienen que alabar. Todos tienen que alabarme a mí. Así que salgan, salgan del frente de mí, porque aquí vengo yo. Así es como pensamos. Es lo que ustedes hacen cuando están manejando en el auto, ¿verdad? Es la misma cosa. Yo soy el más importante. Salgan de mi camino. ¿Qué es lo que valoras más que a Dios? Muchos de nosotros nos valoramos a nosotros mismos más que a Dios.

Otra pregunta ¿cuál es tu meta, tu propósito en la vida? Déjame preguntarte así: ¿por qué te levantas cada mañana? ¿Por qué vives? ¿Por qué trabajas? Sabrás que tienes un ídolo que te da más propósito que Dios porque cuando se pierde, no tendrás propósito en la vida o más razón para vivir. Fíjense, eso es importante. Cosas buenas se pueden convertir en ídolos. Nuestros mismos hijos se pueden convertir en nuestros ídolos. Hay personas que pierden un hijo o pierden una hija y ya no tienen propósito para vivir, porque toda la vida de ellos estaba ahí, en ese hijo o en esa hija. Ya no tienen propósito para vivir. Sí, es malo perder un hijo o una hija. Yo he perdido una hija, mi segunda hija. Realmente tengo seis hijas y la segunda hija se nos perdió ahí en el hospital. Pero, eso no último. Vamos todos a morir. El propósito de nosotros, si no está en Dios, cuando se cae eso en lo que tenemos el propósito, no tenemos más propósito para vivir. Así que tenemos que entender y evaluar nuestros corazones. ¿Vives por alguien que no sea Dios? Hijo, hija, esposo, esposa, amante? ¿Vives por ALGO que no sea Dios? El trabajo, la carrera, fama, dinero.

Tenemos que pensar y preguntar, ¿en qué tienes más confianza que en Dios? Esa es otra pregunta. Estamos tentados a confiar en una variedad de cosas. Es real que tenemos muchos mediadores. Los que hacemos ídolos de la salud – el doctor o el médico es nuestro mediador. Los que tenemos necesidades – es posible que el gobierno sea nuestro mediador. Es posible que una persona cree que se tiene que casar – el matrimonio es su ídolo y su esposo o su esposa es su mediador. ¿Qué es lo que deseas más que a Dios? Aquello que más amamos y deseamos. Eso es lo que adoramos, es nuestro dios, lo que consume nuestro tiempo, nuestro dinero. Eso es nuestro Dios.

Aquí en los versículos 5 y 6 tenemos una advertencia y una promesa. Vamos a ver Éxodo 20: 5 y 6. No los adorarás ni los servirás, porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad – aquí está la advertencia de los padres sobre los hijos – hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen. El Antiguo Testamento registra las idolatrías desenfrenadas de Israel. Por lo tanto, Dios los sacó de su tierra y de Su presencia. Pero también tenemos aquí una promesa en el versículo 6:  muestro misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. El propósito de la ley es que, obedeciendo la ley y manteniendo el pacto, ellos enseñaban a las naciones quién era Dios. El solo Dios.

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