En Córdoba, Argentina, donde vivo actualmente, en el 2019 aproximadamente 3.500  alumnos ingresaron a la Universidad Nacional de Córdoba para estudiar psicología1. La mayoría están estudiando para hacer consejería y realmente quieren ayudar a la gente a cambiar  y resolver los problemas que enfrentan. La consejería es, básicamente, el proceso de dar  consejos, a veces en entornos informales o más formales. Lo que es seguro es que estos  aspirantes a consejero nunca leerán una Biblia durante su tiempo en la facultad. Tal vez van a  leer mucho a Freud, Rogers, Jung, entre otros. Pero, la Biblia, no. Y tal vez eso no es una  sorpresa. Si quieres ser un consejero, por supuesto, necesitas estudiar psicología. ¿Si?  Aunque existe otra respuesta… 

Jay Adams, el fundador del movimiento de consejería bíblica, responde a esta  pregunta. A finales de los años 70, la práctica de la psicología en las iglesias comenzaría a  surgir como el lugar principal para cuidar a las almas y aconsejar a los necesitados. Fue  durante esta época que Jay Adams escribió algunos libros que cambiarían el panorama de la  consejería en las iglesias cristianas. En vez de afirmar que la gente estudie psicología para  hacer consejería, él los llama a estudiar teología. Jay Adams escribe “la relación entre la  Consejería y la teología es orgánica; la Consejería no puede hacerse al margen de los  compromisos teológicos”.2 Lo que hizo Jay Adams, fue reconocer que el fundamento de la consejería es la teología, es decir, las Escrituras. Esto plantea una cuestión importante: ¿cuál  debe ser el fundamento de la consejería? Quiero ofrecer tres razones por las que pienso que la  consejería es fundamentalmente un trabajo teológico.  

Primero, creo que la naturaleza de la consejería está en la Biblia. Es decir, que desde  el principio de la creación, vemos personas usando la teología en la consejería. Vemos cómo  Dios le da a Adan consejos y sabiduría para vivir bien en el mundo (Gen 3:1-7). También,  vemos cómo el salmista llama al pueblo de Dios a obedecer la palabra de Dios para vivir una  vida fructífera (Sal 1). Por ejemplo, Salmo 119:1-2 dice que el hombre que anda y guarda la  ley de Dios es bendecido. Pablo, también, nos muestra la importancia de ministrar la palabra  en una forma interpersonal. Por ejemplo, Hechos 20:18-22 cuenta que Pablo se dirigió a los  ancianos de Éfeso por última vez en su vida. En este relato, Pablo les recuerda a los ancianos  cómo ministraba la palabra de Dios de manera muy personal y “de casa en casa” (vs 20). En  el versículo 31, Pablo habla sobre la pasión de su ministerio interpersonal cuando dice “ por  tres años, de noche y de día, no cesé de amonestar a cada uno con lagrimas”. En otras  palabras, Pablo está usando la teología para aconsejar, exhortar y amar a otros en una forma  muy interpersonal. Y por último, tenemos un ejemplo en Romanos 15:14 donde Pablo esta  llamando a los cristianos comunes a ser capaces de amonestar a la gente. En otras palabras, el  trabajo de consejería es algo para todos en la iglesia y no solo para expertos. Es importante  que tengamos en cuenta que la palabra “amonestarse” tiene la idea de corregir contra el  pecado o aconsejar a otros contra el comportamiento pecaminoso. Entonces, cuando vemos a  Pablo haciendo un ministerio en base a la idea de “amonestarse” en Hechos y Romanos,  Pablo habla de algo más cercano a la consejería y menos a la predicación en sentido formal y  pública. Entonces, una y otra vez vemos en la Biblia el ejemplo de la consejería basada en la  palabra de Dios y no en las filosofías humanas.  

Segundo, vemos que la teología es la que realmente lleva a una persona a un cambio  real. No dudo que la consejería bíblica y la consejería secular quieran algo parecido: un  cambio en la gente. Tienen la misma meta. Quieren ayudar en los momentos difíciles de  abuso, angustia, luchas con malos pensamientos, depresión, entre otras cosas. Pero la  pregunta es: ¿Qué nos ayuda en estos momentos? Según el Creador de cada emoción,  pensamiento y de cómo funcionan las personas, es la teología. Es la palabra de Dios que nos  da los recursos para vivir una vida madura y que glorifique a Dios.

La oración de Pablo, por ejemplo, en Colosenses 1:9-11 es que los creyentes sean  llenos del conocimiento de Dios para que “anden como es digno del Señor”. Un poco más  adelante, en versículo 28, Pablo dice que es en Cristo que amonestamos “a fin de poder  presentar a todo hombre perfecto en Cristo”. Y, finalmente, Pablo habla sobre la efectividad  de la palabra para producir cambio en 2 Timoteo 3:16. Pablo testifica que la palabra es suficiente para enseñar, reprender, corregir e instruir “a fin de que el hombre de Dios sea  perfecto”. Entonces, lo que podemos concluir es que la palabra, o la teología, es lo que  necesitamos para cambiar y ser mas como Cristo.  

Tercero, la teología trata el problema de raíz y entiende la naturaleza de los humanos  verdaderamente. En mi oficina tengo un libro que, supuestamente, identifica casi 160  diferentes trastornos. Son diferentes trastornos, como alimentarios, de depresión, angustia,  entre otros. Y normalmente el argumento es, cómo puede ser suficiente la Biblia para tratar  los problemas así, si la Biblia no describe ni trata estos trastornos. Y mi respuesta es doble:  frecuentemente la existencia de tantos trastornos son la creación de la cultura y no de Dios.  En segundo lugar, debajo de cada tipo de problema espiritual hay problemas de raíz comunes  de los que sí se ocupa la Biblia. Por ejemplo, el orgullo, los malos deseos, los tesoros e  ídolos de la gente y los pecados habituales. En lugar de necesitar la Biblia para tratar todos  los problemas posibles, la palabra de Dios nos proporciona un lente para ver el mundo y los  problemas más profundos de los humanos. La visión de la consejería bíblica es que tratemos  el corazón del problema para que la manifestación externa del mismo pueda resolverse.  

Tengo un árbol enfermo en mi patio trasero. Se ve muy feo, ya que está cubierto de  manchas blancas. Hace un año, intentamos hacer un tratamiento básico en el árbol para  ayudarlo. Le dimos medicina y cortamos diferentes ramas del árbol para que se mejore. Por  un año más o menos, creíamos que estaba mejor. Pero hace dos semanas, nos dimos cuenta  que las manchas volvieron.  

Muchas veces la consejería secular es como el tratamiento que le hicimos a mi árbol.  Tenía buenas intenciones, pero no traté la raíz del problema. Por otro lado, la Biblia nos da lo  que necesitamos para resolver los problemas espirituales de raíz.  

¿Cómo tratamos la raíz del problema? Con la teología. Hebreos 4:12 nos enseña que  la palabra es la que puede penetrar el corazón. “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y  más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta la división del alma y del  espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las  intenciones del corazón”. Por lo tanto, si utilizamos la teología en la consejería, no sólo estamos tratando la manifestación externa del problema, sino que estamos cuidando y  tratando el alma misma de los seres humanos.  Entonces, concluimos como empezamos. Si te estas diciendo a ti mismo, “si quiero  ser consejero, ¿dónde debería estudiar? ¿En la facultad de psicología o en un seminario? Jay  Adams tiene razón al afirmar que “Una buena educación en el seminario, más que una  escuela de medicina o un título en psicología clínica, es la formación más adecuada para un  consejero”.3 Y creo yo que el Seminario Bíblico William Carey tiene las herramientas necesarias para equipar a la gente para hacer el trabajo de consejero. Ofrecemos materias  sobre consejería bíblica, la hermenéutica, la teología, entre otras para que sean equipados  para hacer consejería en sus iglesias.


Anuario Estadístico, 2019 Universidad Nacional de Córdoba. 1  

A Theology of Christian Counseling, 15. 2

Adams, Jay E.. Competent to Counsel (Biblioteca Jay Adams) (p. 61). Zondervan. 3 Edición Kindle.

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